Jean Dartemont, el narrador de El miedo, es un estudiante parisino que, antes de cumplir la veintena, se ve involucrado en la primera guerra mundial. Seguiremos sus peripecias de ciudadano civil en un reclutamiento marcado por el azar, la absurda instrucción, su bautizo despistado en un frente cuyo lugar nadie sabe precisar, una herida y una permanencia en el hospital para soldados convalecientes marcada por la exclusión, y su destino definitivo en la guerra de desgaste en territorio francés contra el ejército del kaiser, dedicado fundamentalmente no a vencer al enemigo si no a sobrevivir. Acción, pues, como sería de esperar ante un “libro de guerra”, pero también, y ahí está la diferencia entre El miedo y otros ejemplos de literatura bélica, mucho diálogo, a veces patético y a menudo sarcástico, pero siempre interesante, entre los soldados, y muchas reflexiones del protagonista, para seguir el proceso que lleva a un patriota a convertirse en un cobarde, dicho esto sin ninguna intención peyorativa.
Todo hace suponer que, al contrario de lo que dicen las leyendas, en la guerra no existen los héroes; y si, ocasionalmente, algún soldado lleva a término una acción susceptible de ser calificada como heroica, su influencia en le resultado final de la guerra es insustancial porque el peso de las acciones bélicas lo sostienen miles de individuos anónimos, paradigma del anti-héroe, asustados, embrutecidos, cuya única conexión con el ser humano es andar erguidos; hombres extenuados, anulados en su capacidad de pensamiento, a los que el enemigo importa un comino porque su preocupación principal es ocuparse de satisfacer sus necesidades básicas y, sobretodo, sobrevivir.
Si quieres saber mas entra en este enlace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario